Valikiria Fuentes

Ballet

Entrenadora | Guinea Ecuatori

Soy española. Llegué a este país por casualidades de la vida: vine para trabajar de administrativa (mi otra profesión) en una empresa, pero eso terminó pronto y comencé con el ballet, que como digo, nunca pensé que lo podría desarrollar. Me quedé por diferentes motivos: encontré al que ahora es mi marido, me quede embarazada y mi hija nació aquí. Permanecimos por más tiempo en concreto por la escuela, es un sueño cumplido y no quería abandonar este proyecto. Muchas niñas descubrieron lo que es el ballet gracias a mí y eso me hace muy feliz, porque en el país no había nada de ballet cuando llegué. Soy la única persona que enseña la disciplina en el país y haré todos mis esfuerzos para que la escuela continúe aún si yo no estoy. Tengo seis grupos organizados por edades pero también por capacidades, tengo niñas de ocho años que tienen condiciones físicas o mentales propensas para el ballet y por eso las agrupo con niñas de mayor edad. Por ahora solo practican dos horas semanales, y eso es muy poco para los que conocemos de cualquier deporte. Si queremos desarrollo hay que darle mucha dedicación. Aun así, contamos con niñas con muchísimas cualidades físicas. Algunas son espectaculares. Mencionabas características físicas y mentales para la disciplina ¿Cuáles son? Capacidad de concentración (esa es la primera y más importante para el ballet), y que les guste mucho lo que hacen, para que sientan cierta comodidad. Además: coordinación, musicalidad y flexibilidad. ¿Tuvieron ya la oportunidad de hacer exhibiciones? Si, hacemos una exhibición anual y ya vamos tres. El último año ya no pudimos hacer debido al tema del coronavirus. ¿Qué emociones pudo notar tanto en las niñas como en usted a la hora de hacer estas actividades? Había mucha expectativa ante el evento en sí, el primer año nadie esperaba lo que allí iba a acontecer, ¡je! Para las niñas era su primera exhibición frente a sus familiares y otros espectadores, estaban ansiosas y felices. Recuerdo una niña que sintió ansiedad y lloró un poco la pobre, pero al siguiente año no le sucedió. En lo personal lo viví muy intensamente debido a que llevo todos los aspectos de la escuela: Me encargo de las coreografías, de los ensayos, de reservar el lugar donde se va a llevar a cabo el evento, de buscar música por internet… Y eso que viviendo en África las conexiones son escasas. Además hay que reservar y pedir material a una fábrica que está en España. Hasta entonces había vivido una presentación desde el punto de vista emocional de una alumna, vivirlo como profesora y directora de escuela es algo muy bonito. No puedo mentirle, cuando vi que todo iba sucediendo tal como lo habíamos trabajado mi emoción fue súper fuerte, lloré porque no me pude contener, aun sabiendo que se puede mejorar a cada año y buscando los puntos débiles del evento en sí para hacerlo. ¿Con qué dificultades te encontraste en el camino del armado de la escuela? Recuerdo que el primer año tuve que ir por muchos lugares buscando salas en distintos hoteles de la ciudad. No me respetaban en los casos en los que se sobreponía con cualquier otro evento o actividad. Me hacía sentir algo apartada. Además, Malabo es la capital de Guinea Ecuatorial, geográficamente nos encontramos en una isla por lo que es bastante costoso encontrar algunas cosas, como el material necesario. He tenido que viajar para traer todo desde España. Tras mucho buscar, he encontrado a alguien aquí que trabaja con el hierro y me ha fabricado cuatro barras portátiles a partir de un dibujo que le he demostrado. He impartido la actividad durante cuatro años en la sala de un hotel con suelo de moqueta, sin espejos, y con algunos inconvenientes para sostener la actividad en la misma sala. Sin embargo, actualmente me sitúo en un nuevo complejo social donde han construido una sala perfectamente equipada y preparada para el buen desarrollo de la danza. A pesar de los inconvenientes que he podido ir encontrando estos últimos años, estoy muy agradecida a este lugar por la buena aceptación que ha tenido mi actividad. Soy la primera persona que instaura una disciplina conocida mundialmente como es el ballet en el único país africano de habla hispana. Hay muchas cosas difíciles aquí pero estoy agradecida. He luchado por algo que he querido y que me hace feliz, a pesar de tener lejos a mis familiares que están en Marruecos e Islas canarias. ¿Qué sueños tenés para los próximos años con la escuela? Mi mayor sueño ya está cumplido, para mí es un orgullo que el ballet continúe en el país y evolucione. Me gustaría que se abra a la gente y que lo conozcan y lo amen a nivel social. Si pudiera haber en el futuro un proyecto nacional de escuela, eso sería lo máximo para mí. También que puedan acceder a la escuela los niños y niñas de todo el país. No me gusta excluir a aquellas niñas a las que más gusta bailar y tienen un físico menos agradecido para la actividad. De hecho, tengo muchas que teniendo cualidades más escasas, se han esforzado y conseguido cosas muy buenas para su vida diaria, e inclusive sin saberlo, para su futuro. Entiendo que Los beneficios del ballet son para tod@s las personas y me hace feliz colaborar con eso.