Estrella Marinucci

Patín artístico s/h

Entrenadora | Argentina

Fui patinadora desde los once años. Hoy tengo cincuenta y ocho y soy de Buenos Aires. Me vine a vivir a Bariloche porque en el año 1979 patiné para la compañía “Holliday on ice” y el contrato me abrió las puertas para venir a trabajar y vivir acá. En Argentina el patinaje nunca fue un deporte popular. La única pista de hielo que había era en el centro de esquí y era más bien turístico, así que nunca me dediqué a la parte deportiva. En el 2001, con la crisis del país dije: “voy a dar clases”. Empecé a tener patinadores que empezaron a avanzar y empecé a capacitarme como entrenadora. Tuve varios patinadores destacados, pero con Mauro (Calcagno) es con quien más lejos llegamos. ¿Qué cualidades mentales necesita un patinador para llegar por ejemplo donde lo logró Mauro? No siempre los más habilidosos son los que más lejos llegan, sí lo hacen los que más compromiso tienen. Mauro siempre fue un buen bailarín, pero no era muy habilidoso físicamente. De chico tenía sobrepeso, pero era muy comprometido, disciplinado, y respetuoso de su equipo de trabajo (trabajamos con una médica deportóloga, tenemos preparador físico, y un montón de complementos externos). Mucho tiene que ver la casa, cuando son niños si no hay un acompañamiento desde ahí que pueda aceptar todas las sugerencias y condiciones que ponemos los entrenadores, es muy difícil poder llegar a algo. Involucra la alimentación, los horarios de sueño, elegir entre ir a un cumpleaños que va a terminar a las 5 am o dejarlo para levantarme a las 6 am y tener hielo exclusivo. Al no ser un deporte popular, en los nacionales pueden ser todos campeones porque a veces hay un patinador por categoría. Es difícil trabajar psicológicamente con eso. A mí la experiencia me dio que debíamos marcar un objetivo en la puntuación y no ir por la medalla o por el puesto. Eso siempre me jugó a favor, mis patinadores siempre íbamos por el puntaje y no por el primer puesto. Si se volvía con el primer puesto y no con el puntaje, no se sentían que habían logrado el objetivo. No íbamos a ganarle a otro, planificábamos para uno mismo. Eso creo que fue lo que más marcó a Mauro para llegar a donde llegó. ¿Cómo surgió en vos el planificar por objetivos? Yo me formé en club GEBA y en mi época los mejores deportistas del país salían del club. Teníamos una visión de humildad donde sabíamos que siempre íbamos a encontrar a alguien mejor. No íbamos a una competencia sabiendo que si no quedábamos primeros nos íbamos a frustrar. Revisar, volver a planificar, modificar y buscar otras cosas. Esa fue mi formación, creo que fue un buen camino.   ¿Qué características tiene que tener una entrenadora de patinaje? El compromiso ante todo. Mi marido y mis hijas son deportistas y se necesita también el acompañamiento de ellos. Me pasó de enfermarme, pero mágicamente me curaba si tenía que levantarme a las 4 am para bajar hasta la ruta con medio metro de nieve e ir al centro para que Mauro entrene. Cada vez que pongo un patinador en el medio de la pista y está por empezar su programa en una competencia siento que soy yo. Tengo los mismos dolores de estómago y los mismos nervios que cuando tenía once años y competía. ¿Qué recuerdos lindos y difíciles tenés entrenando a Mauro? Lo más marcado que me ha quedado, y creo que a Mauro también, fueron los JJOO sin dudas. Tuvimos dos meses para prepararnos. Tuvo que subir dos categorías en ese tiempo con elementos complicados y con un hielo que no era el apropiado. Una pista tiene 30 x 60 (mts) y nosotros patinamos en una pista de 12 x 22 con dos columnas en el medio. Nos pasó por ejemplo que nos fuimos 20 días antes a Italia a entrenar a una pista grande para acomodar la coreografía a las medidas. Viajamos junto a mi marido (que es el preparador físico de la escuela) y una patinadora que habíamos llevado a entrenar con nosotros. Mauro sintió que estaba por arriba de un montón de cosas por ir a un JJOO. Le falló la humildad que él tenía. Hubo una situación tensa que hizo que él no aprovechara los 20 días de entrenamiento, pero no era momento para que yo le reprochara nada, todo estaba al límite… Cuando llegamos a Noruega, en el programa corto no le fue bien y me preguntó: “Estre, ¿qué me pasó?” y ahí fue cuando yo le dije todo lo que había pasado esos 20 días en Italia. Él no me escuchaba y yo para evitar una situación difícil entre nosotros no le había dicho. Pero ahí se lo dije, él se puso a llorar y me dijo que no se dio cuenta de todo lo que estaba haciendo. Es parte del crecimiento también ¿no? Más allá de lo deportivo, estoy formando personas, porque a él lo tengo desde muy chiquito. Mauro había sido la cara visible de los JJOO de la juventud, de hecho vino el presidente del COI a verlo exclusivamente a él. Cuando llegamos a Noruega se encontró que estábamos con lo mejor del mundo, se dio cuenta que no éramos nada comparado con otros países. Si bien estábamos muy bien para un país como nosotros, ahí estaban los mejores. Él festejaba lo que todo el mundo lograba. Lejos de estar en un podio, estábamos muy cerca de que Mauro se destacara entre los puestos más importantes de un grupo de países que no teníamos tanta competencia. La pista donde daban ustedes me contaba Mauro que cerró… Esa pista es privada y su negocio eran los viajes estudiantiles. Mauro aprendió a saltar dobles entre medio de 70 estudiantes gritando “Bariló, Bariló” con el silbato y él diciéndome “Estre, no quiero patinar más” y yo le decía “Mauro, ¡seguí, seguí!”. Nos ha pasado de llegar y que el hielo sea un desastre. En cualquier parte del mundo la pista tiene un samboni que es como un camioncito que limpia el hielo y lo deja como un vidrio. Nosotros patinábamos con 10 cm de nieve, la cuchilla del patín no se veía. Nos pasó que conseguimos que nos den las llaves del lugar, estamos enormemente agradecidos con los dueños del establecimiento. Podíamos entrenar en la hora que quisiéramos pero con la pista en las condiciones que estaba. Nos pasó de llegar y no haber agua para regar, entre Mauro, mi marido, y yo, la regábamos a balde. Yo le decía a Mauro: “¿Preferís irte o la regamos a balde?” No, la regamos a balde. Era regarla, y esperar que se congele. Era un sacrificio, pero pienso que realmente eso lo ayudó. Puedo contarte una cosa ahora, antes hablar de los juegos me ponía muy sensible. Al llegar a Noruega y ver lo mejor del mundo Mauro me decía: “Es el momento Estre, empujame, me quiebro y no tenemos que competir, je” a ese nivel… Nos pasó que el primer día que llegamos estaban los medios de comunicación y se nos acercó una italiana a preguntarnos de donde veníamos, cuántas pistas teníamos, dónde entrenábamos… Cuando le mostramos el video de nuestros entrenamientos, la mujer no podía creer que estuviéramos en los JJOO por la pista de la que veníamos. Al día siguiente vinieron todos los medios de comunicación que cubrían los JJOO, ¡la historia salió en más de 100 países! El primer día que llegamos todo el mundo medio que nos tiraba la puerta en la cara, nadie nos respetaba. Pero después de que nuestra historia se hiciera conocida, lo veían a Mauro y le mostraban mucho respeto. Eso fue muy fuerte. ¿Cómo van a hacer ahora que cerró la pista? Yo soy una convencida de que no hay mal que por bien no venga. Cuando pase todo esto quizás vendrá una pista hasta mejor. Siempre Mauro me reconocía el no deprimirme frente a los cambios. No me puedo sentar a llorar porque la pista cerró. El dueño tiene intenciones de volver a abrir, el mantenimiento es caro, pero bueno… vengo viviendo esta situación desde mis once años. GEBA tenía la única pista del país y abría dos años y cerraba uno. Volvía a abrir y volvía a cerrar. Lo viví siempre. ¿Cómo ves al resto de los patinadores Argentinos que compiten hoy? Tenemos patinadores como Mauro, 100% argentinos, junto a un montón de otros patinadores de Bs As, Ushuaia... Pero después hay patinadores y patinadoras que nunca entrenaron en Argentina. Toda la vida vivieron afuera con otras condiciones. Nosotros pudimos entrar a los JJOO de la juventud porque tuvimos un patinador Canadiense que se llama Denis Margali. Sus papás son Ucranianos, pero pasaron por Argentina y el nació acá. No hablaba castellano, toda la vida creció en Canadá, fue campeón nacional por ese país, pero tuvo una lesión y quería participar en los JJOO de mayores en Pieonchang . Abrió una plaza para los YOG con sus puntajes, y como él estaba pasado de edad para ir a esos juegos, pudimos ir con Mauro que tenía el puntaje más alto. De hecho, para representar al país la federación le exigía que compitiera en un nacional y ¡tuvo que adaptar el tamaño de una pista olímpica al de las nuestras! Eso crea una situación tensa acá en Argentina con algunos. Con nosotros no, porque a Denis le estamos eternamente agradecidos. No solo nos abrió una plaza, si no que nos apoyó muchísimo para que viajáramos.