Mauro Calcagno

Patín artístico s/h

Deportista | Argentina

A mis siete años mi pediatra me recomendó una actividad deportiva porque tendía a tener sobrepeso ,probé un montón de deportes y no me hallaba, hasta que espontáneamente fuimos al puerto de Bariloche donde antes estaba el Nevisca (club que cerró este año). Pasaba mis días enteros en la pista, podía estar desde las 12 del mediodía hasta las 8 de la noche. Iba con amigos, solo, a tomar clases… Nevisca terminó siendo mi segunda casa, pasaba mucho tiempo ahí. “Estre” (su entrenadora) daba clases y yo me sumaba a los horarios de ella, estaba ahí siempre. El entrenamiento se fue poniendo más serio a medida que fui creciendo. La disciplina es todo un objetivo, y no es fácil en plena adolescencia. Si bien estuve acompañado por muy buenos profesionales y una familia que se predispuso a apoyarme al 100%, hay cuestiones que las sané recién con 20 años; como los desórdenes alimenticios y los ataques de nervios. A mí me atacó con acné cuando me mudé solo a Canadá para entrenar ¿Cómo fue el tema de los desórdenes alimenticios? La alimentación que llevaba estando en Argentina era medida por el equipo médico que tenía. Contaba con la ayuda de la nutricionista del comité olímpico argentino y la voluntad de mis padres, que modificaron la cocina entera para que lo pudiese llevar lo más ameno posible. No tenía casi nada de margen libre, tenía todo lo que consumía cuantificado. Los problemas alimenticios en deportes artísticos son siempre un tema. Todos los lunes del año en Canadá nos pesaban, y más cuando estábamos cerca de las competencias. ¡Era un escándalo!, me acuerdo de haber entrado una vez a un baño del club y haber visto vómito. Cuando le dije a mi "hermana" de la familia que me alojaba allá que había visto eso, ella se lo dijo a la coach porque yo no me animaba. La coach hizo como si hubiese sido normal, porque lo tienen normalizado. Para la gran mayoría de los atletas el peso ocupa un lugar en la cabeza más de lo que debería, eso estoy seguro. Para esa cabeza pesar menos va a significar que pueda saltar más alto, pueda ir más rápido, y adquirir elementos más difíciles para el programa. Si eso no está guiado puede ser ultra peligroso. Hasta la lesión que tuve en Canadá no había tenido problemas porque mi alimentación estaba adecuadamente medida. Si mi cuerpo estaba cansado, entrenando en Argentina podíamos dividir el entrenamiento entre mañana y tarde. Cuando me mudé a Canadá eso no pasó. Al unirme a una delegación de deportistas destacados que viajaban por todo el país, el entrenamiento ya no fue personalizado. Si bien no llegué a una anorexia, porque eso hubiese implicado no tener energía que necesitaba, sufrí de atracones y de bulimia por años. Es algo de lo que me pude desprender una vez fuera del deporte cuando me alejé de la competencia.   ¿Cómo surgió la posibilidad de viajar a Canadá? 2017 era mi último año de colegio y tenía que decidir entre darle una oportunidad al patinaje, irme a un espectáculo, o decidirme a estudiar. En el torneo nacional vino un juez de España que vive en Montreal y es parte de la confederación internacional y del circuito. Habló con mis padres y les dijo que estaba la posibilidad de ir a un club de Canadá. El 30 de diciembre de ese año me estaba yendo para allá con mis papás. Ellos se volvieron a las dos semanas y yo me quedé un año. Ese año se dividió en dos: los primeros seis meses yo estaba con una familia que los hijos eran mis compañeros de club, tenía mi habitación y ellos me daban la comida. En esos tres meses tuve tres juntadas con una psicóloga. Tiempo después, los padres de la familia se divorciaron y yo me tuve que ir a vivir solo a una casa que estaba a tres cuadras de la pista que encontré de suerte. Ahí no tuve más acceso a la consulta psicológica. Luego me lesioné y tuve que parar 6 meses. Volví a la Argentina y empecé a estudiar la carrera que quería. El problema fue que al mudarme a Canadá me sume al entrenamiento de mis compañeros de club, los cuales habían entrenado en esas circunstancias toda su vida. Los coach me tenían bastante cerca, generaban el espacio para hablar conmigo y asegurarse que esté bien en la casa, pero no supieron darme el entrenamiento físico que requería para ponerme a la altura de esa exigencia. Yo me terminé sobre-exigiendo. Competí lesionado y pase una temporada dura con muchos cambios. En el momento era mi pasión y yo entrenaba igual, pero el dolor que tenía cuando terminó la temporada era mayor. Así hubiese sido mi vida por otros 3 años hasta los juegos del 2022, por lo que decidí perseguir otra pasión y quedarme con lo mejor de mi carrera de deportista porque me estaba haciendo mucho daño. ¿Si te pregunto por tus mejores momentos? ¿En qué estaba tu mente? De las últimas competencias internacionales que me acompañó Estrella (el junior Grand Prix de Egna, Italia y los Juegos Olímpicos de la juventud Lillehammer 2016) Si lo divido en porcentajes mi cabeza estaba: un 40% ansiedad, 30% adrenalina, y 30% sentimientos por la música. ¿Habías trabajado antes con psicólogos del deporte? Si, al principio, de chico, para los primeros nacionales. Fue cuando aprendí a visualizar y no compararme. Solo creerme que en cada instancia soy la mejor versión de mí mismo.