Saltos Ornamentales
Entrenador | Argentina
A los 6 años iba a una colonia en el club Banco Central de La Matanza. Un día vino un profesor con una cama elástica a buscar talentos, Cuando fuimos pasando me enganché y el profe se llevó a los que éramos más atrevidos para saltar. Entonces empecé a entrenar en cama elástica, en el piso con colchones, y en el trampolín durante dos años. En ese entonces me lo tomaba como un juego, iba a divertirme, a estar con amigos, todos los días aprendía una cosa distinta: un mortal para acá, un rolcito para allá, y ya después con ocho años me llevaron a una pileta ¡y empecé a tirar mortales para todos lados! Pude pasar todo lo que había aprendido a la pileta. El primer torneo interclubes ya quedé primero, a los diez años me federaron para el club y a los doce ingresé al seleccionado nacional. Ahí empezó ya una carrera. ¿Tenías referentes? Con un amigo mirábamos siempre a un clavadista, Abraham Jure. Él era más grande que nosotros, y siempre queríamos ser como él. A su vez tenía otro compañero mío que era mejor que yo y siempre estábamos peleando el puesto, yo trabajaba todo el tiempo y el no tanto, llegaba tarde a todos los entrenamientos pero era muy habilidoso, y yo era más de entrenar y entrenar. Un día, cuando ya éramos más grandes, nos tocó competir con nuestro referente que dijo que el día que le ganáramos se retiraría, y así fue. Ahora es entrenador. Siempre tuve ese referente al que mirábamos pero también un compañero con el que competir. Siempre mirábamos lo que hacía el otro, y nos desafiábamos para ver quién lo podía hacer mejor. Hoy en día es mi mejor amigo y fuimos amigos toda la vida. En la competencia nos esforzábamos, porque los dos queríamos ganar, pero en los entrenamientos nos ayudábamos el uno al otro. ¿Cuál fue tu mejor torneo? Tuve un torneo muy bueno, yo no estaba muy entrenado y esto era para clasificar a los JJOO de Sídney 2000. Me estaba por retirar, fui a ver qué pasaba al preolímpico y clasifiqué, si bien el desenlace después fue negativo ya que no pudimos viajar. Viajaron un montón de dirigentes y hubo un lío importante. Pero bueno, había ido tan relajado a competir que al estar tranquilo pienso que me fue mejor. A veces cuando estás esperando mucho un torneo la presión te juega en contra. ¿Te presionabas? Soy muy detallista, entrenaba muchas horas. Y si me equivocaba en un salto, me marcaba. Me costaba sacármelo de la cabeza, cuando quizás tenía que hacer cinco saltos más. Si tuvieses que elegir ¿Cuál fue el torneo en el que menos te salieron las cosas? Me acuerdo de un torneo nacional en mi club, yo tenía 15 años, estaba con un grupo de chicas y yo ya pensaba que el torneo lo ganaba de "piecito". Estaba más atento al grupo, y en uno de los saltos que hice, que además era de los más seguros que tenía, me pegué un tremendo "roscaso". Me perdí en el aire, y ahí perdí todo. Desde ahí dije: "nunca más". En cada torneo, desde ese momento, una vez que salgo de un salto me pongo auriculares. No me quiero enterar de lo que va pasando en los resultados hasta que termine de hacer todos mis saltos y termine el torneo. Mi entrenador, en ese entonces, me hacía señas cuando tenía que volver a saltar, entonces saltaba y volvía al lugar donde tenía mis auriculares hasta que me tocara nuevamente. Con mis alumnos trato de seguir con eso, que cada uno se concentre en su competencia, y que lo demás, no importa. ¿Qué necesita un clavadista mentalmente? Necesitan superar los miedos, y los nervios en las competencias también. Las semanas de entrenamiento previas al torneo preparamos un orden exactamente idéntico al que vamos a competir, y el día de la competencia vienen y te preguntan: "Tengo que hacer este salto ahora ¿no?" Eso entiendo que es porque están nerviosos. ¡Lo estuvimos repitiendo toda la semana! Ves como ellos no pueden rendir lo que hacen en los entrenamientos. Yo iba a disfrutar los torneos en los últimos años de competencia, iba con la confianza de que iba a ganar y a que me vieran saltar. Con otros entrenadores nos pasa también que nuestros alumnos padecen la competencia, la pasan mal. Los ves arriba de la tabla y a veces están llorando. Tengo algunos deportistas que funcionan al revés, se agrandan en la competencia después de haber tenido una semana previa de entrenamientos flojos. Una de las cuestiones que necesitan los saltos es contar con la infraestructura para entrenar. Pero después, acá cualquiera viene con una mallita y puede… lo que tienen que tener únicamente es que el padre lo traiga a la pileta. Los viajes no son costosos acá en la Argentina, y una vez que empezás a viajar afuera, te los pagan. Un momento difícil de mi carrera fue cuando me bajaron de un torneo al que había clasificado como te conté que me pasó. Ahí decidí retirarme, porque a vos te puede ir mal por no prepararte adecuadamente y eso es responsabilidad tuya, pero que pase algo externo que vos no podés controlar es durísimo. Después me llamaron, hice el curso de entrenador y seguí ligado al deporte. ¿Cuáles fueron en contrapartida los momentos que más disfrutaste? Después de retirarme de los clavados profesionales empecé a hacer saltos de gran altura y terminé organizando las aperturas de los campeonatos mundiales de natación en aguas abiertas. Empecé a tirarme de altura desde el puente de Viedma . Iba con mi escuela de circo, armaba todo, y cada año iba juntando más y más gente. Llegué a convocar más gente que la que convocaba el mismo campeonato. Entonces me contacté con la gente de Red Bull, y durante 3 años seguidos organicé yo los campeonatos mundiales de salto en altura, en los que además estuve compitiendo. A los saltadores que veía en la tele hacer saltos en altura los empecé a llamar. Logré organizar campeonatos y saltar con ellos. ¿Cómo tiene que ser la relación entrenador-deportista? En mi entrenador yo encontré una excelente persona. Un entrenador, un papá, un compañero, un amigo, todo. Era mi confianza. Pasaba más horas con él que con mis viejos. Trato hoy en día de transmitirles a mis alumnos todo eso también, de darles confianza, de que confíen en mí en todo. Yo tengo que saber cómo están, cómo pasaron el día, cómo les fue en la escuela, cómo les fue con la novia o el novio, todo. A raíz de eso, veo si ese día los puedo exigir o no. Es muy importante. ¿Tenés relación con los padres de los chicos? Todo el tiempo estamos en contacto con los padres. Vienen a los entrenamientos, organizamos los viajes, se encargan de reservar los lugares donde nos vamos a quedar, los autos con los que vamos a viajar. Sé que en otros deportes no pasa esto, pero en este somos muy compañeros y muy familieros. ¿Hay presión? ¿Ausencia? ¿O buen acompañamiento? Tengo de todo. Hay padres que presionan a los chicos, y a veces antes de saltar en vez de mirarme a mí, lo miran al papá, entonces a veces los tengo que sacar. Después, tengo tengo una deportista a la que paso a buscar, la llevo y la traigo porque sé que le gusta y los padres están con algunos conflictos en la casa. A veces cumplimos el rol de ponerles la oreja para escucharlas y ser un poco papás.