Mariana Montes

Saltos Ornamentales

Entrenadora | Argentina

¿Cómo llegaste al deporte? Soy hija de un entrenador de saltos ornamentales de Mar Del Plata, mi papá competía de forma informal porque en ese entonces no había federados. Se hacían reuniones de neófitos que saltaban y competían. Él se fue a vivir a Venezuela, nací yo, y allá hizo un record mundial de altura. Era fanático, yo viví y me crié alrededor de una piscina viéndolo saltar a él y a sus amigos, no lo llevo en la sangre porque no se puede transferir, pero algo debe haber… Hice gimnasia artística de chica y también nadé, pero me aburría, y siempre miraba la parte de los trampolines con mucho deseo, me parecía mucho más divertido. Cuando vinimos acá a la Argentina, le dije a mi padre que me interesaba, que me gustaría probar. Empezó a acompañarme a mi hermano y a mí y nos empezamos a meter más en esto. Hicimos un año de cama elástica para hacer la preparación física porque vivíamos en Córdoba y no había mucho tiempo para entrenar con piscina, el invierno era largo. Incluso llegué a competir en gimnasia trampolín, eso me sirvió de base para seguir compitiendo y entrenando sobre clavados. Me fui especializando, competí internacionalmente desde chiquita (desde los 11/12 años) en campeonatos sudamericanos a parte de los nacionales. En ese entonces había federaciones, había grupos de gente que competían en distintos lugares. Seleccioné en 1987 para mi primer panamericano y obtuve una medalla de plataforma. Después en 1988-89 participé de uno de mayores, y en 1991 fue mi último sudamericano en Venezuela. Después me retiré de los saltos pero toda mi familia siguió entrenando. Mi padre al día de hoy sigue siendo entrenador, mi hermano siguió compitiendo, de hecho él participó en los juegos panamericanos que se hicieron en Mar Del Plata en el año 95 como único representante argentino. Yo después estudié Educación Física y empecé a capacitarme en cursos de saltos que hacían atletas chinos y mejicanos. Viajé a especializarme con la gente que teníamos como referentes, líderes, tanto Americanos como mundiales. Fui tratando de traer a la realidad argentina todo lo que más podía, todos esos avances. Hubo un salto muy importante entre lo que yo competía y lo que hoy compiten los atletas. Desde que me recibí de profe, me vine a vivir a Mar Del Plata. Se abrió una vacante para trabajar en la pileta de acá, donde se hicieron los Juegos Panamericanos. Empecé a armar escuelita y a tratar de desarrollar esto que cuesta tanto. Más allá de los aspectos técnicos ¿Qué cualidades necesita un deportista para que le vaya bien en este deporte? Necesita mucha conducta, disciplina, y constancia. Hay personalidades que sostienen el esfuerzo y otras que ceden ante la primera adversidad. Acá tienen que ser constante, detallistas. Que le guste el detalle y no le pase inadvertido las correcciones pequeñas. Le tiene que gustar un poco el riesgo, disfrutar de la adrenalina, si no, está en el horno, je. Dentro de eso está el disfrute de superarse, de dominar un clavado. Es interminable el deporte, no terminás nunca de aprender. Una vez que aprendiste un clavado lo tenés que hacer bien, y después que lo hiciste bien, ese mismo clavado lo podés hacer en dos o trés posiciones más difíciles de los que ya lo sabés hacer. Además, esas mismas variantes las tenés de distintas alturas. Le podés aumentar la dificultad con distintas alturas. Entonces, es casi interminable la cantidad de desafíos que te podés ir encontrando. Cada escalón es fundamental para avanzar al siguiente, y a veces los procesos se hacen largos. Si la persona no tiene la paciencia, y la pasión de esforzarse en los detalles técnicos, se frustra. Porque no los podés dejar que se lancen como locos, ahí viene el golpe y eso significa un retroceso en su aprendizaje y un riesgo real de una lesión grave. Entonces tiene que tener esa paciencia de avanzar paso a paso, poquito a poquito. Esto no es para todos. Uno quisiera que así sea para que haya más gente, pero en este punto se vuelve un poquito específico. ¿Qué papel juega el miedo? El miedo es un alumno más, nunca falta, y está presente siempre. Cuando te hablaba de los desafíos, el principal es montar el miedo y cabalgarlo vos, porque va a estar, no lo vamos a evitar ni poder apagar, lo vamos a tener presente siempre. Entonces, yo desde el día uno arranco diciendo: "el miedo está presente", después lo empezamos a desmenuzar, lo hablo para que a los chicos no les de vergüenza decir "empecé saltos ornamentales y tengo miedo". Cuando se les pregunta "¿Por qué no lo haces?", te dicen cualquier otra barbaridad menos que tienen miedo. Entonces, yo les digo que no tengan problema en decirlo. ¿Miedo a qué?, ¿Qué puede salir mal? Lo hago amigo al miedo, para que podamos empezar a charlarlo. Entonces le empezamos a ver la cara al miedo y lo empezamos a despedazar. Vamos a sacarlo del medio, porque no me deja hacer el salto que yo quiero. ¿Cuáles son las cosas que te hacen creer a vos que vas a caer mal? "que me voy a pasar" "que le voy a pegar al trampolín" "que voy a caer de panza" "que voy a caer de espalda". Cuando me dicen "no se" los mando a pensar. ¿Qué puede ir mal? porque si no lo analizan, no sé por dónde encarar su situación. Por donde venga el miedo es por donde está la inseguridad que debo reforzar. Hay que charlarlo y encontrar esa debilidad para fortalecer la confianza de lo que les va a asegurar caer bien, lo desmenuzo de esa manera. Ya con los niños más grandes o con los adultos, hablamos del miedo de otra manera. En ese punto lo hablamos diciendo "ya está" el miedo es una idea que sale de la cabeza, podemos cambiarlo por otra idea. Esto es lo que a mí me fue dando resultado, pero no quiere decir que esta sea la forma de trabajar siempre. El miedo es una idea de algo que puede pasar en el futuro o no. Entonces, si vos estás seguro que te va a pasar, no te subas. Resolvamos todo lo que hay que hacer para que eso no pase. Si se me paran ahí temiendo que les va a pasar, yo estoy disfrazada, los voy a ver caer mal y no puedo hacer nada, los voy a tener que sacar del agua llorando y son 6 pasos para atrás para el deportista y para los que lo están mirando. Todo retrocede en la clase a causa del golpe. Tratamos de evitar esas situaciones analizando, visualizando, y con trabajos preliminares para darles a ellos la confianza de dominar las variantes que hacen que el riesgo se aminore. De esa manera encaro el miedo, que es corriente para nosotros. ¿Cómo manejan las emociones los clavadistas antes de competir? Hay de todo un poco, el cómo responden ante depende mucho de la persona. Algunos llegado la competencia brillan, otros son una belleza en entrenamiento y en la competencia le pifian y no entran un solo salto. Hay un factor importante que tiene que ver con la preparación o la seguridad con la que llegan. No siempre llegan igual de preparados a todos los torneos, un mismo niño más afianzado en lo que está presentando en escena no es lo mismo que el que todavía no está afianzado con los clavados que presenta. Eso denota un nerviosismo, una ansiedad, un estar pendiente del salto que viene. Pero mi forma de ver la competencia es que es una instancia más de aprendizaje, y la trato de transmitir siempre a mis alumnos. En esa instancia lo único que tengo que aprender y reforzar es mi capacidad de aislarme y de bloquear, aislar lo que esté pasando afuera de "mi salto y yo". No todos logran eso. Es una instancia donde se presentan todas esas variables como jueces, público, la abuela que nunca viene a verme, etc. Todas esas pueden jugar una mala pasada si mi atención se distrae, tengo que entrenar la focalización y la concentración. Acá si estás pendiente de otra cosa, lo más probable es que falles. La concentración es fundamental, esto pasa en una milésima de segundo y si se te fue la cabeza se te va la concentración y muchas veces el trabajo previo se te desaparece, entonces trato de que lo disfruten. Cuesta disfrutar la competencia. Yo siempre la disfrute, me encantaba porque conocía gente de todos lados. Nos juntábamos, y capaz que yo estaba charlando entre salto y salto porque por ahí un juvenil "A" por ejemplo, tiene 10 saltos para una sola competencia del trampolín de un metro. El salto transcurre en una milésima de segundo, pero tiene que esperar la ronda, que pasen todos los competidores para hacer un segundo salto. Hay un lapso de espera que es muy fácil que te distraigas. Por ahí haces el gesto técnico del salto que sigue, pero no estás los 10 minutos de espera entre un salto y otro, entonces te distraés. ¿Qué hacen? el más competitivo sufre, porque está mirando al rival: Cuánta nota le ponen, cuánto tiene que sacar… y eso genera una especie de ansiedad que interfiere en su concentración. Entonces hay que aislarse de cómo voy en el “score” y dejar que fluya. Simplemente venimos a hacer lo que sabemos y de la mejor manera. Cuesta, porque los más competitivos te dicen "si, si, si" y los ves relojeando todo el tiempo lo que hacen los demás. Uno trata como entrenador de que ese momento sea para ellos, que disfruten de estar, que hagan gestos, que relajen, pero cuesta… ¿Qué se necesita tener como entrenadora para sacar lo mejor de cada deportista? Si te puedo responder eso creo que sería la mejor entrenadora del mundo, je. Creo estar lejos de eso. Sigo capacitándome y aprendiendo de todo pero creo que, en este aspecto, lo que más te ayuda a aprender es saber escuchar, tener la apertura de corazón, el niño es un todo, es un ser humano antes de ser un clavadista. Como personas sienten, padecen, tienen sus días, expresan y piden cosas con el cuerpo que hay que saber escuchar. No hay una receta única. La mejor forma de guiarlos es escucharlos, no solo con el oído. Muchas veces sus bocas no dicen todo lo que les pasa, tenemos que estar atentos a percibirlo en todo momento. He variado entrenamientos por más de tener planificado una cantidad de saltos porque a veces vienen pinchados y te dicen de hacerlo, pero yo sé que es propenso al golpe y al no aprovechamiento del entrenamiento. Un entrenamiento, cuando la cabeza está donde no está el cuerpo implica peligro de golpe, riesgo. Prefiero preservar la seguridad y aprovechar el entrenamiento. Vamos a bajar la dificultad y darle tiempo de que se estabilicen para avanzar con algo más complicado. ¿Cómo está compuesto tu equipo de trabajo? Mi marido y yo estamos a cargo de la escuela. Él es profe, hizo gimnasia artística, se fue capacitando y metiéndose en saltos conmigo. Junto con él, un ex alumno que nos cubre o toma las clases cuando tenemos algún problema. Somos la comisión técnica marplatense nosotros tres, independientemente de eso estamos tratando de integrarnos con un equipo multi-profesional que inició hace 2 años compuesto por psicólogos, nutricionistas, deportólogos y fisiatras. Yo tomé cursos al respecto y siempre trabajé para que esto existiese en los deportistas de nivel competitivo. Nosotros tenemos en la escuelita todas las fases: desde meternos en una clase de natación a invitar gente que nunca hizo hasta tener dos chicos en el seleccionado nacional. Hemos ido haciendo ese avance con Marcelo (mi marido), siempre con la pata que nos hace falta de la ayuda de Leandro (ex alumno), para que cuando uno de los dos falta no se descontinúe el trabajo. Como no hay mucho presupuesto no podemos ampliar el “staff” de profesores. Hay dos o tres ex alumnos que hicieron la carrera de educación física, y quien mejor que lo haya vivenciado para seguir en esto. Somos poquitos por ahora, el equipo multiprofesional que existe en el EMDER lo lleva adelante una psicóloga por convocatoria mía. La convoque a ella antes que a ningún otro profesional. Hoy es la primera que ve a los deportistas. Antes de que vaya una deportista al médico, nutricionista, o kinesiólogo, pasa primero por Betina (psicóloga). Todas las derivaciones las hace ella. La psicóloga recepciona al deportista desde lo que realmente le está pasando.