Gimnasia rítmica
Deportista | Argentina
Empecé a los 7 años a hacer gimnasia rítmica, antes hacía rítmica del Cross. Era algo parecido a la gimnasia pero mezclado con la danza y con la música. Mi mamá es maestra de música, yo iba al conservatorio con ella y hacía esa parte. Mi recuerdo es de una viejita tocando el piano y nosotros seguir el ritmo de la música. Este conservatorio cerró una parte y tuvo que sacar esa actividad. A mí me gustaba y quería seguir algo así, entonces fuimos al Club ciudad de Buenos Aires y mi madre se encuentra con gimnasia rítmica, que no teníamos ninguna de las dos una idea de lo que era. Pero bueno, vi a las chicas bailando con música, con cintas, y me enganché. Empecé en la escuela 2 veces por semana, después 3 veces por semana, después sume los fines de semana y empecé también más días en la semana. Pasé al equipo y ahí empecé a competir. A los 11 estaba en infantil, di el ingreso en unas pruebas específicas (que ahora son distintas) y entré a la selección. En 2003 fue mi primer viaje internacional a un torneo sudamericano. Fui un poco particular a la hora de competir, sé que me ponía muy nerviosa. Si era a la mañana, yo no podía desayunar, no podía tomarme un té, no podía nada. Me acuerdo que estábamos en Méjico y las chicas me decían "mili, tenés que comer" encima que la comida era salada, ¡huevo revuelto! ¡oler el huevo me daba arcadas! "no chicas, no puedo, no me entra nada, voy a vomitar" les decía. Me ponía muy nerviosa, más que nada cuando eran torneos internacionales. Uno está lejos, sabe que se encuentra con gimnastas del otro mundo y ahí si me ponía un poco más nerviosa. Acá en los torneos nacionales obviamente que existían los nervios pero eran menos. ¿Alguna vez te jugaron una mala pasada los nervios compitiendo? Yo era muy enérgica, a veces esa adrenalina me jugaba en contra porque le ponía fuerza a un ejercicio que no necesitaba tanta fuerza. Entonces, lanzaba el aro con determinada fuerza y a la hora de torneo, si yo estaba acá en capital federal el aro se me iba a Tierra del Fuego , je. Al ser enérgica me jugaba en contra esa fuerza que no necesitaba. ¿Cuáles fueron tus mejores torneos? Tengo un recuerdo muy satisfactorio, muy alegre, que fue en Córdoba en un selectivo para un torneo internacional. Yo en ese momento estaba entrenando en Brasil, volví solo para hacer ese torneo y me acuerdo que estaba súper flaca (que en la gimnasia la estética es muy importante), me sentía muy bien, y allá en Brasil ellos tienen una cabeza diferente. Son muy católicos, creen mucho, y tienen mucha fe. Entonces me enseñaron a hablarme a mí misma, a que antes de salir a competir me hable, que me diga "vos podés hacerlo" "yo quiero hacerlo" "si puedo" todo positivo. Yo era media negativa, a pesar de que me iba bien en los torneos y todo. Vine acá, competí, y en los cuatro aparatos que se hacían en ese momento (aro, pelota, mazas, cinta) no tuve ninguna falla, en ninguno de los 1:30 que duró cada aparato. No se me cayó el aparato, marqué todas las dificultades, quizás un mínimo cuarto de vuelta en algún giro… pero era algo insignificante. Fueron 4 esquemas perfectos que yo dije "no puedo creer que no se me haya caído en ningún momento ningún aparato y todo haya salido como uno lo espera”. En la gimnasia uno espera algo y no suele llegar a ese objetivo, somos tan perfeccionistas las gimnastas que siempre encontramos un error o algo que mejorar, que está buenísimo, pero bueno. En ese torneo me había ido muy bien. Esto de hablarte a vos misma que me contabas en Brasil, ¿lo trabajaste con algún psicólogo o fue con algún entrenador? Con un entrenador, yo al psicólogo fui solamente cuando era muy chica que recién entraba a la selección. Mi mamá me mandó a un psicólogo deportivo pero creo que fui poco tiempo, fui algunas sesiones nada más, que me enseñó todo el tema de la visualización. Eso me lo quedé por el resto de mi vida deportiva. Después, en Brasil mi entrenadora sí tenía un psicólogo. Ella hablaba con él, pero yo no iba. ¿Cuál fue el torneo que menos te gustó de los que hiciste? Hubo uno en mis últimos años de juvenil en Bariloche. Me acuerdo esto que te contaba de mi energía demasiado elevada, ¡y lancé los aparatos para cualquier lado!, je. Allá los techos no son tan altos, y al no ser altos tienen una punta, y en el medio hay vigas. Quizás la punta es alta, pero con las vigas no quedaba tan alto. Entonces vos tenías que calcular donde lanzar para que no choque la viga, para que no se te cuelgue la cinta, para encontrar el hueco justo... En muchos torneos pasa que hay vigas, pero en ese torneo me descolocaron totalmente. Después, en un torneo en Francia también me equivoqué lindo... Pero el de Bariloche me lo acuerdo más. ¿Cuáles fueron para vos tus torneos más importantes? Todo lo que es juego sudamericano, panamericano, el mundial. Todos tienen estadios de una magnitud impresionante y a uno le llaman la atención. Quizás acá cuando competimos, el espacio del gimnasio es la alfombra de 13 x 13 (metros) eso es la línea roja, después tendrás 50 centímetros más de cada lado. Uno entonces se acostumbra a estar en un gimnasio de 15 x 15 o 15x20. No mucho más que eso. De pronto te encontrás compitiendo en un estadio inmenso con tribuna, los jueces están elevados, vos en una tarima, las luces, y todo eso que es el show internacional, te ayuda a que vos digas "wow" estoy en un torneo, un torneo de verdad… ¿Cómo fue tu experiencia en los Juegos Panamericanos? A pesar de que una de las únicas medallas que tiene la gimnasia rítmica argentina es la mía, en ese momento yo no lo sentí así. Ahora sí, me doy cuenta de lo importante que es lo que logré, soy medallista panamericana y no cualquiera puede lograr eso. En ese entonces no sé, yo estaba en el podio con la medalla colgada, al lado tenía compañeras mías, eran de otros países pero eran compañeras... A pesar de que me emocionaba, no sentía lo inmenso que fue ese logro, no era consciente. ¡Listo! yo había competido ya en los 4 aparatos, me había relajado, había pasado a la final...Después te va como cayendo la ficha. En el que me acuerdo que me cayó la ficha fue en el juego sudamericano de Santiago de Chile de 2014. Yo ya estaba grande, ya sabía que me quedaba poco, ya no quería seguir más. Estaba un poco cansada de todo: de vivir afuera, de estar sola, venía pateándola… y en ese torneo fue mi mamá a verme. Mi mamá había ido solamente a verme a un torneo internacional, en mi primer torneo que dijo "voy a ver de qué se trata" en el año 2003 y vino para este último en 2014. Fue muy emocionante, yo competía para Argentina pero estaba mi entrenadora de Brasil, estaban mis compañeras brasileras, las argentinas (que yo me llevaba muy bien con ese equipo), y yo sabía que era uno de los últimos que me quedaba. Logré varias medallas, después de colgarte las medallas te dan una cajita para que vos las guardes, cuando volví a la habitación a guardar las medallas en las cajitas, ahí me las quedé mirando y empecé a llorar. No paraba, me salían solas, ¡una catarata de lágrimas! y mi compañera de cuarto viene y me dice "mili, todo eso es tuyo, eso lo ganaste vos con todo el esfuerzo que hacés" Nos abrazamos con Evelin y me seguían saliendo lagrimas sin parar. Ese momento fue muy emocionante. Se venía el final, además del cansancio ¿Hubo alguna otra cosa que te haya indicado que ibas a poner punto final? Fueron muchas cosas, yo me fui enojada del deporte. Me fui enojada con la gestión que había acá, prometían cosas y después no cumplían. Yo vivía en Brasil, como te contaba. Hubo un cambio de presupuesto y me dijeron que no me podían apoyar más. Ellos me daban una parte y la otra parte de los gastos la cubría yo. Tenía que volver a entrenar acá con la entrenadora de acá con la que tuvimos muchas diferencias, yo me había ido a entrenar a Brasil porque acá discutí con la entrenadora y prácticamente me mandaron a vivir a Brasil. Allá llegué, no sabía hablar portugués, no sabía nada de con quién me iba a encontrar, y formé una familia allá. Y cuando logro acomodarme, logro estar bien, logro tener alguien con quien compartir un domingo (porque llegaban los domingos y el domingo es más familiar) Una vez que tenía todo eso, vienen y me dicen que ya no podían apoyarme más, y que tenía que volver a entrenar con una persona que no había química, que no había ni un saludo. No de parte mía, porque yo la respeto y la voy a respetar siempre porque fui quien fui gracias a ella prácticamente. Pero bueno, no concordamos en algunas cosas y ella no aceptaba mis pensamientos. Yo no podía volver a entrenar con ella, sabía que eso me iba a detonar totalmente. Entonces me mandan a vivir a Córdoba, encontramos una solución para ese problema, pero otra vez me tengo que ir. Me fui un tiempo hasta que dije "no puedo más", seguían pasando los años y yo seguía sin estudiar (que también eso me afectaba), así como la gimnasta es perfeccionista en el entrenamiento, también es en otras áreas de la vida. A mí me mataba el saber que se me estaban pasando los años y que yo no terminaba mi carrera. Había empezado a estudiar educación física y no encontraba una solución para eso, la solución era seguir entrenando y me preguntaba ¿Para qué? ¿Para que la gestión logre otra medalla más? En mi cabeza yo ya había cumplido un objetivo, y no estoy viviendo para mí. La misma gestión para la que tenía que competir, no me estaba escuchando, ni apoyando, ni preocupando por lo que me pasaba. Me acuerdo que un domingo pensé eso. Llegó el lunes, fui a entrenar, y en la mitad del entrenamiento me largué a llorar y le dije a mi entrenadora (Anahí Sosa, que me re bancó) que no podía más. Fui a hablar con la psicóloga y me dijo "tenés que escucharte a vos, ver qué te pasa a vos" y agarré y llamé a los que en ese momento estaban ahí y dije "no puedo más, me quiero volver". Hoy en día pienso: no tuve a nadie, a ningún amigo o amiga que me diga "¡aguantá que vienen otros juegos panamericanos!" los padres te apoyan y entienden lo que vos estás pensando, y dicen bueno, “¿no quiere más? listo, no quiere más y punto. No la vamos a presionar”. Si hubiese tenido a alguien que me diga "¡loca, te quedan 6 meses para el juego panamericano de Toronto 2014!" para el cual yo había ganado mi plaza... No tuve a nadie al lado que me diga "¡DALE!" Hoy me hubiese gustado haber seguido hasta Toronto para darle un cierre como yo quería. Siento que me fui enojada. Me fui y no quería saber nada con volver a la gimnasia, no quería saber nada con ser entrenadora, con estar en un torneo, estaba negada totalmente a volver a ese ambiente, negada a volver a hacer actividad física… Volver a un gimnasio me costó un año, no quería hacer ni un abdominal, nada. Me mató el llegar a Córdoba y decir: ¿otra vez rehacer una vida?, ¿otra vez buscar amigos?, ¿otra vez ver a que supermercado tengo que ir?, ¿cuantas cuadras tengo que caminar?, era otra vez adaptarme a una ciudad nueva… eso me agotó. A pesar de que en el club donde iba había varias gimnastas, de mi edad no había ninguna. Yo era la más grande y mis compañeras eran un poco más chicas que yo. Ellas tenían su vida, su mundo, su familia, sus amigos, yo era una compañera de entrenamiento y nada más, no era una amiga como me pasó en Brasil. En Brasil hice amigas, familia que hasta el día de hoy hablo y han venido a dormir a mi casa cuando pasaron por Buenos Aires, somos familia. En Córdoba no encontré eso, y sabía que no iba a encontrar a nadie. Hoy sigo pensando en eso, no todos los días, pero pienso que por algo dije "no puedo más". Esto no se lo deseo a ninguna otra gimnasta ni a ningún otro deportista, pero por algo pasó, y listo.