Ximena Rodríguez

Gimnasia artística

Entrenadora | Chile

Entrenadora de gimnasia artística en el club Stadio Italiano. Además de haber integrado el equipo en su adolescencia, en años recientes tres de sus gimnastas integraron la selección juvenil de su país. También es disertante en cursos de capacitación de la FIG, organizo al equipo Chileno y participó en las Gimnaestradas de dicha organización. ¿Cómo llego la primer experiencia de participar en la gimnaestrada? Nosotros hacíamos esta gimnasia grupal buscando un lenguaje más fácil para el público, algo más entendible y más dinámico que la gimnasia competitiva, entonces empezamos a hacer estas coreografías grupales. A mí me pasa que desde siempre no me gustó que se me retiraran gimnastas, entonces siempre busqué la manera de retenerlas, y esto de hacer presentaciones era una buena manera de que las niñas terminaran su ciclo competitivo pero siguieran haciendo gimnasia. Por eso empecé con los grupos de coreografía en gran parte y para poder hacer algo que el público pudiera entretenerse mirando sin que fuera de alta dificultad. Entonces salió un brasilero que nos vio y nos invitó a una gira por Europa y descubrimos que lo hacía mucha gente y que tenía un nombre que en ese momento era “gimnasia general” y que además había festivales y que el festival mundial de la gimnasia general en esos tiempos era la gimnaestrada mundial. Hoy se llama “gimnasia para todos”, y las gimnaestradas mundiales siguen existiendo cada cuatro años. El promedio de participantes ronda las 22.000 personas haciendo gimnasia. Esa es la historia de cómo llegamos nosotros a la gimnaestrada mundial. ¿Con qué debes contar para organizar semejante evento? Primero hay que ser un país desarrollado, con una cultura deportiva muy grande, en Europa el deporte es salud, es una forma de vida hacer ejercicio de manera grupal, porque tienen tradiciones de hacer gimnasia desde el colegio. Entonces todos los grupos de gimnasia se siguen juntando hasta viejos, y los viejitos siguen haciendo lo que hacían cuando eran niños con mucho humor y con mucha grandeza. Hay millones de grupos de personas que hacen gimnasia, no es que haya que salir a buscarlos. Hay que tener una base de cultura deportiva que aquí no existe, aquí solo existe el concepto de competir, y si no es competitivo no es. De hecho te preguntan a que vas entonces si no vas a competir. Segundo, hay que tener un nivel de desarrollo muy alto porque todo el sistema de alojamiento que se hace para estos eventos es en colegios, allá los colegios públicos son de primera línea, tienen ascensores, tienen baños de lujo, tienen cocina, tienen salas de clases adaptadas al clima, a la luz… Por ejemplo en Finlandia las salas se oscurecían solas en la noche porque allá el sol no se pone de noche… Todas esas cosas hacen a un país primer mundista y tres: el país tiene que tener la solvencia económica para organizar el evento, el evento produce mucha plata, pero primero el país lo tiene que organizar, y la organización es apoteósica , hay que organizar que 22.000 personas participen por lo menos tres veces en distintas salas todo coordinado, comida y alojamiento para esta gente, tienen que adaptar sistemas de locomoción local porque ningún pueblo en Europa es tan grande como para mover esta cantidad de gente en locomoción pública, entonces tienen que adaptar la locomoción a un nivel de tráfico de cinco minutos por bus que pasa, toda la organización del país es impresionante. Para que un país quiera participar en semejante evento, la cultura deportiva. La gente siente que hay que competir para ganar para demostrar algo. Llegar al pensamiento de hacer algo solamente por el desarrollo personal o por la auto-superación yo creo que necesita mucho desarrollo mental, no se si suena muy despectivo. Pero entender que uno se supera a uno mismo sin comparación con los demás es difícil, tenés que lograr que mucha gente crea en lo mismo y que sean capaces de sentirse los mejores aunque nadie diga que son los mejores. Y también aprender a respetar que no todos quieren ser los mejores. Hay gente que simplemente quiere participar y con eso es feliz. Hay que aprender a admirar esa parte, es difícil para países como los nuestros que viven de la competencia y no de la colaboración, lograr que mucha gente entienda el concepto. Yo creo que en estos países va a costar mucho desarrollar la gimnasia para todos porque no existe ese concepto de hacer por el bien de uno. ¿Cuál de los roles que ocupaste es para vos más placentero? Cuando terminas una presentación en una gimnaestrada mundial con una sala con capacidad de aproximadamente 3000 personas de pie aplaudiéndote es una sensación que es difícil de explicar. Es una emoción que te llena el alma y el corazón de una manera increíble, pero lo que hay detrás es un trabajo tan duro, tan fuerte y tan cansador que a veces en la balanza te quedan los recuerdos del cansancio más que de los aplausos, je. Pero así y todo el proceso es maravilloso porque no solo vives el proceso de preparar un grupo. Vives el proceso de inscripción, de coreografía, de motivación, de pasaje, de diseñar los uniformes, de vestir a toda esta gente, yo hago todo eso… Entonces es un parto, y lo que produces es maravilloso. La parte más placentera es cuando tu terminas y vuelves y ves la unión que generaste en el equipo, que tienes personas que son capaces de jugarse la vida por el otro. Esa sensación yo creo que es la que más te llena en cuanto a gimnastrada. En cuanto a ser directora de una escuela de gimnasia es como todo trabajo, tiene sus partes ingratas su gente que reclama y que se queja, pero siempre yo he sido una persona de conciencia social, creo que uno tiene que aportar a la sociedad su granito de arena y en nuestra escuela se enseñan principios y valores para ser una buena persona para la sociedad. Hemos logrado mucho eso en la escuela, por lo tanto me siento muy enriquecida con el trabajo que hago, aprendo todos los días de lo que veo de los niños, de lo que son capaces de entregar. Me veo reflejada en sus miedos, en sus logros, en sus alegrías. Entonces uno aprende mucho de lo que uno es como persona también viviendo ese proceso de directora de escuela de gimnasia. Me encanta y sobre todo con esta pandemia hemos podido probar nuestra fuerza de ver que fuimos capaces de seguir adelante con clases on-line, tenemos entre 160 y 170 niñas entrenando en distintos grupos horarios todos los días y nos está entrando gente nueva de hecho que no es del club a entrenar también. He formado una escuela con todo sentido de la palabra y eso me enorgullece mucho. Sobre los cursos FIG, me encanta enseñar, pero creo que no se tanto. Me preparo muchísimo para dictarlos, hago lo mejor que puedo cuando me tocan las clases teóricas me siento un poco mejor porque eso uno lo puede leer y aprender, sobre enseñar gimnasia de alto nivel creo que no he podido tener la experiencia entonces me siento un poco farsante enseñándola. Cuando una niña llega a alto nivel, es ella la que llega al alto nivel, no es tanto uno. Para mi enseñarle una rueda a una persona del grupo de adultos principiantes en la noche es tan difícil como haberle enseñado un yeguer a la Martina , depende mucho la calidad de la gimnasta lo que uno logra como entrenador. No he tenido tantas gimnastas de la capacidad del alto nivel. Mi experiencia yendo a EEUU con el grupo de seis gimnastas de alto nivel fue mala, no terminó bien, se me retiraron todas, terminé muy deprimida y me ha costado mucho recuperar la confianza en mí misma después de eso, es de las experiencias que yo recuerdo con menos cariño y menos orgullo.