Federico Molinari

Gimnasia artística

Deportista | Argentina

Nacido en Rosario (Provincia de Santa Fé) Federico Molinari es, sin duda alguna, el máximo referente de la gimnasia artística en nuestro país al día de hoy. A la edad de cuatro años su familia se mudó a San Jorge (Localidad de la misma provincia, de unos 25.000 habitantes) donde comenzó la práctica del deporte junto a sus padres (ambos designados como entrenadores de la disciplina) en el gimnasio del club San Jorge. Allí transcurriría su niñez y adolescencia entrenando junto a su padre (Fernando) para luego trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires bajo las órdenes de Vladimir Makarian. Entre sus éxitos deportivos más resonantes se encuentran: haber alcanzado una final olímpica en anillas en los JJOO de Londres 2012, la cosecha de numerosas medallas en campeonatos nacionales, sudamericanos, panamericanos, copas del mundo y recientemente la medalla de bronce alcanzada en la final de anillas de los JJPP de Lima 2019. Luego de este último gran hito, le propuso matrimonio a Paula, su pareja con quien tiene actualmente dos hijos (Valentino y Ciro), quien también supo competir en torneos nacionales y actualmente es entrenadora. Entrevista ¿Cómo fue para vos pasar de vivir en San Jorge a la Capital Federal? Siempre me gustó la ciudad, no fue tan difícil. Los primeros meses me costó un poco la parte de desarraigarme de mi familia y de mis amigos de la secundaria. Me volvía bastante seguido, cada dos o tres semanas. En aquel momento era muy barato, había un colectivo que costaba 19 pesos para San Jorge, a veces me volvía el viernes y volvía el domingo. Después empezó a aumentar y eso complicaba un poco la vuelta. Fue ese primer año, después me adapté bien y me gusta mucho la gran ciudad, me gusta tener muchas cosas para hacer. Tuve la suerte de conocer mucha gente en el CENARD. Vivir ahí me facilitó hacerme amigos rápido y me fui instalando hasta volver cada vez menos y hay veces que ya pasaban meses sin ir a San Jorge, o vuelvo dos o tres veces al año nada más. tuviste años con muchas lesiones hasta el 2005 ¿Cómo fueron esos momentos? En 2004 me tuve que operar del hombro, me costó mucho esa operación, a mediados de 2005 tuve que volver a operarme porque no había quedado del todo bien. Me costó mucho competir en ese momento, mucho dolor, muy difícil entrenar, y tuve que dejar de ir a un panamericano porque casi no podía hacer nada. Fue un año muy duro, y al final de ese año estuve a punto de dejar. Además en ese momento estudiaba ingeniería, no me terminaba de convencer la carrera, fue como una suma de cosas que no sabía si seguir entrenando o si dedicarme a estudiar. Las dos cosas juntas no parecían muy compatibles, y arranqué el 2006 con el apoyo de ella (Paula) de la familia y de todos, como para intentarlo un poco más. Empecé a estudiar Educación Física que se cursaba en el CENARD, a comparación de ingeniería que me quedaba a una hora de viaje, me hacía tardar mucho, y perdía mucho tiempo a veces viajando en colectivo sumado al cansancio de entrenar y todo. Ese año como que me encaminé con el entrenamiento y el estudio en el CENARD, se hizo todo más fácil y avanzó todo para adelante. te encontraste con la posibilidad de entrar a un juego olímpico. ¿Cómo vivías esos tiempos? La gimnasia es un deporte complicado. Te lo voy a extender un poco más: en el 2003 no tenía aun el nivel para clasificar a un juego, en 2007 me lastimé los ligamentos de la rodilla y fui al mundial con los ligamentos rotos, ya en desventaja y sin sentir la presión de tener que clasificar, sabía que no había muchas chances… En 2011 fue todo muy cuesta arriba, en los selectivos para el mundial, tres días antes, me desgarré el sóleo y casi que no tenía chances de clasificarme. Iban solo tres gimnastas y tenía que competir desgarrado, en aquel momento sabíamos que era la última chance y era muy difícil que se me diera una oportunidad de ir a un juego olímpico, entonces con desgarro y todo había que clasificar. Clasifiqué segundo dentro del equipo pero no termina ahí, cuando fuimos al mundial estuve dos o tres meses con dolor de hombro muy fuerte, lejos de llegar óptimo. Competí medio “de los pelos” vamos a decir, y de los tres Argentinos que habíamos ido quedé ubicado con el mejor puntaje, prácticamente clasificado al pre-olímpico quedando por una décima más arriba que los otros gimnastas, después fuimos al panamericano de Guadalajara donde seguían las molestias en el hombro y ahí se definía, si uno de los tres argentinos ganaba dos de los tres torneos que se habían estipulado, ganabas la plaza para el pre-olímpico. Al saber que ya estaba clasificado al pre-olímpico, un poco me fui relajando. Venía de tantas complicaciones que llegar ahí entrenando para mí y sin tener que competir contra nadie teniendo que pelear contra mí mismo parecía más fácil. En 2009 había estado ubicado entre los veinticuatro mejores del mundo en el ranking en all arround, entonces sabía que tenía margen si lograba una buena competencia. Por las cuentas que había hecho, todo me daba que me podía caer una vez para clasificar y eso me daba tranquilidad. Llegando a la competencia me preparé bien, me fui a entrenar a Europa e hice todo lo que tenía que hacer para no dejar nada librado al azar. La preparación, que siempre es muy importante, me dio la confianza que necesitaba y eso fue un poco el secreto de aquella clasificación. Después en el torneo me caí una vez en arzones y me llené de preguntas, je. Pero bueno, me quedaba solo competir en salto donde podía llegar a cometer un error, pero por suerte había entrenado bien, me sentía bien preparado y bueno, se logró la clasificación. Mirando para atrás lo más complejo creo que fue la primer parte, habiendo pasado todos esos obstáculos, llegué a ese preolímpico un poco más tranquilo. Yendo a la final de los juegos ¿Mirabas lo que pasaba con otros gimnastas? No, para nada, estaba completamente metido en lo mío. Me tocó pasar segundo con lo cual tampoco tuve muchas chances de ver nada, después, como me caí, tampoco estaba muy de ánimos para ver nada. Fueron diez días desde la clasificación hasta la final donde me enfoque en mí, me puse a entrenar al cien por ciento, los únicos momentos donde por ahí salía un poco era para estar con pau o con mi familia que estaban allá, íbamos a pasear un rato para despejar la cabeza. No me fijaba en los otros gimnastas, entrenaba junto con ellos pero no me sentía menos. Me sentía muy bien, estaba muy preparado. Sabía que mi punto débil era la salida y todos los entrenamientos se enfocaron en afianzarla, sabíamos desde el día uno que era riesgosa, así como lo fue para pasar la clasificación también lo iba a ser para poder ganar una medalla. Si fallaba, como se dio, no me iba a sorprender. Era algo que podía pasar, en cierta forma era jugársela. Pienso que los nervios no me perjudicaron a la hora de fallar si no que fue por dar un poco más… En esos momentos las medallas se definen por muy poco. Miro la serie de la final, la comparo con la de la clasificación, y la serie en sí fue muchísimo mejor. Cada posición la marqué un segundo más, no quería dejar ningún margen de duda para que me descuenten nada en esa parte. Al meterle tanto gasto energético a la parte previa, el final costó más. Siempre estuve enfocado en mí y en la concentración de lo que tenía que hacer, y lo que me despejaba era afuera del gimnasio. Adentro era mi entrenador, el entrenamiento y yo. Nunca había estado tan enfocado, disfrutaba del día a día, de verme con mis ídolos, pero metido en mí mismo. Te empezaste a hacer más conocido desde entonces, hiciste conocer al deporte y hay una nota donde dijiste “logré que se hable de gimnasia en la oficina” Ya que la prensa o la gente es muy exitista a veces: ¿te tocó recibir alguna crítica fuera de lugar o que no te haya gustado? La realidad es que no me molesta… en confianza, no me importa nada lo que digan. No soy alguien que se esté fijando en eso, leo comentarios y me da gracia. Tengo mucha seguridad de que es lo que hago y que es lo que no hago, hacia donde vamos y hacia donde no. No me molesta el comentario negativo, pero por suerte son los menos, muy poco, no es como el fútbol u otros deportes donde hay mucho “hater”, acá en la gimnasia es diferente. Uno se va haciendo conocido, sentís más la responsabilidad de rendir o de un logro que por ahí no la tenés cuando no sos tan conocido. Si te va mal, nadie se entera y no pasa nada. Pero a mí eso no me molesta, me río con esos comentarios pero no para ponerme a contestar alguna cosa negativa. No tengo drama con eso, no es algo que me afecte. En Lima 2019 ya con 2 hijos y trabajando también como coordinador y entrenador, ¿cómo viviste esa etapa de preparación? A mí siempre me gustó entrenar y competir siendo padre por una cuestión de que me gusta poder compartir juntos en el gimnasio. Por ahí a ellos pueda gustarles o no gustarles a futuro, pero en general es un deporte divertido y se fueron dando las cosas. Siempre digo que una de las cosas que hace que todavía a mis 36 años esté compitiendo es el ENARD, el hecho de que haya aparecido cuando yo tenía 28 años y empezar a contar con una beca interesante, los sponsors, y todo lo que vino después de Londres, generó que me den ganas de poder seguir entrenando porque también económicamente me ayudaba. Cuando era joven quizás lo tomaba como un hobby, y de paso viajaba, competía, conocía el mundo. Ahora lo tomo más como un trabajo, y sé que el hecho de seguir estado en la elite del deporte fortalece mis escuelas, sigo teniendo una imagen fuerte para poder vender el producto que nosotros tenemos. Ese esfuerzo deportivo se traslada después a un beneficio en lo laboral yo me da las razones para seguir. Obviamente, me fui organizando de una manera y tengo mucha gente alrededor que me ayuda para poder hacerlo, armando equipos, poniendo gente a cargo de cada lugar, porque por ahí lo que yo hago es parte que hace que las escuelas funcionen, entonces trato de capacitar y que la gente se vaya tomando su rol para seguir creciendo sin que uno tenga que estar presente. Armamos un equipo de trabajo que nos apoyamos y empujamos el barco para el mismo lado. ¿Qué es lo más importante que necesita tener un gimnasta mentalmente? Sacrificio, perseverancia, va por ahí. El no frustrarse, que el fracaso no te frustre sino que te fortalezca, a mí me fortalece mucho el fracaso. Yo me enojo cuando pierdo y vuelvo al gimnasio con una bronca y unas ganas de entrenar que de otra forma no hubiera tenido. Hoy se está hablando mucho del tema del abuso y demás , creo que hay eso en la gimnasia. Pero la verdad es que sin ser rígidos en muchas cosas es muy difícil este deporte. Entiendo que siendo light no va. Como entrenador tenés que darte cuenta a que gimnastas podés “ajustar” más que otro, pero sin esa disciplina, en el buen sentido, no se logra el alto rendimiento. Por eso se llama “alto rendimiento”. Los extremos son malos siempre, seamos claros, disciplina no quiere decir pegar, pero si exigir al máximo para sacar el máximo del deportista sin excederse, creo que va por ahí. Pero las claves son el esfuerzo, el sacrificio, la constancia, es muy mental este deporte. ¿Qué crees que necesita un gimnasta de su entrenador? Confianza, tiene que ser tu mano derecha, lo demás todo se aprende pero la confianza es todo, tiene que estar todo el día al lado tuyo, si no hay confianza no hay nada.