Camila Arregui

Natación artística

Deportista | Argentina

Yo hacía natación y danza desde los cuatro años. A los 10 estaba cansada de nadar solamente, me aburría bastante natación, y me encantaba la música y bailar. En el club donde yo nadaba, había una escuelita de nado (sincronizado). Arranqué probando para cambiar un poco y me encantó. Combinaba todo lo que me gustaba: el agua, lo artístico, el baile… Una mezcla perfecta. El año 2005 fue promocional, no estaba federada. A fin de año competí en un encuentro de escuelas, y al siguiente ya me federé. Había un torneo inter-federativo para el cual hubo un selectivo rosarino para ir al nacional. En ese momento, había dos lugares donde había nado: estaba el club Gimnasia y Esgrima (GER), y estaba Sportsmen unidos, que era donde yo hacía nado. Entré en el seleccionado de Rosario. El resto de las chicas eran todas del club GER, entones empecé a entrenar en ese club para poder competir en el inter-federativo representando a la ciudad en la categoría infantil “B”. Ese mismo año, las chicas de GER me invitaron a un torneo en Chile para que vaya a competir con ellas. Al año siguiente, me pasé a ese club. En el 2009, y con catorce años, fue mi primera participación en la selección juvenil en un sudamericano en Mar del Plata. Volví a repetirlo en 2011 como junior, y ese mismo año empecé a formar parte del pre-seleccionado de mayores de primera categoría. Desde entonces hasta hoy, estoy en la selección de mayores. Más allá del desarrollo físico y técnico, ¿qué características pensás que necesita una nadadora artística para competir a ese nivel? Tiene que tener mucha perseverancia. Lleva mucho tiempo, muchas horas. Los entrenamientos son difíciles y duros. Hay que aguantárselos. Mucha cabeza, responsabilidad. Es súper importante, porque uno tiene un compromiso con el equipo para entrenar y tiene que respetarlo. No faltar, dormir bien, comer bien, tener buenos hábitos de vida. Creo que esas cosas son igual de importantes que la capacidad física. También, en un deporte como este que es artístico, requiere que la persona sea desinhibida, que tenga una buena expresión corporal, que sepa expresarse con el cuerpo, transmitir emociones a través de sus movimientos. La parte artística suma un montón en este deporte, y las personas que lo hacen tienen que tenerla o desarrollarla a lo largo de los años. ¿En qué pensás antes de competir? ¿Y en el mismo momento? En la rutina, en lo que tengo que hacer. Siempre antes de competir la marcamos, visualizamos y tratamos de relajarnos. Realmente, en la competencia uno tiene que hacer mucho en muy poco tiempo, y tratamos de concentrarnos bastante. En el momento es como que el resto del mundo se borra y estás concentrada en lo que estás haciendo, en cada paso que tenés que dar, en cada movimiento, en qué es lo que tenés que pensar, en que fuerza tenés que hacer. Tratas de estar en el momento todo el tiempo. También, como estrategia, no pensar en que nos estamos ahogando. Realmente en las rutinas hacemos mucho esfuerzo, que se multiplica al estar bajo el agua sin respirar. Así que tratamos de pensar en el momento, en las correcciones, en lo que hay que hacer, para evitar pensar en el cansancio. ¿Cuál fue para vos el mejor momento que te dio este deporte? De todos los torneos siempre hay cosas lindas para rescatar. Tenemos anécdotas de todos los viajes, cosas súper graciosas, momentos lindos… Obviamente también hay momentos malos y tristes, pero bueno. Casi siempre queda en mi memoria lo bueno, lo lindo, y lo positivo. Uno de los mejores momentos fue compartir con mi papá el sudamericano 2012 de mayores. Era mi primer sudamericano en la categoría, tenía 17 años, era la más chiquita de la selección, y mi papá fue con la selección de wáter-polo (él era el más grande de su equipo en la selección). Compartimos ese torneo. Fue toda mi familia a vernos, y nosotras pudimos lograr la medalla de plata. Muchas cosas lindas en un torneo y uno de los mejores momentos que viví. Otro buen momento fue el panamericano de Toronto 2015. Me dejó un montón de aprendizaje y de recuerdos. La experiencia de compartir la villa panamericana con mis compañeras, que ya eran mis amigas, fue hermoso y súper especial para mí. ¿Qué personas consideras que fueron importantes para que vos tengas los logros que hoy tenés? Mi familia. Mi papá, además de haber jugado wáter-polo 20 años, ahora es entrenador de mi hermano que es nadador de la selección paralímpica. Creo que tanto ellos dos como mi mamá, que siempre estuvo apoyándonos en todos los torneos. Viaja cuando tiene tiempo y nos acompaña, tanto a mi hermano como a mí. Ambos son un sostén súper importante. Mi papá a través de su experiencia, mi hermano a través de su acompañamiento (porque él me entiende como deportista), y mi mamá a través del apoyo constante, fueron un pilar importantísimo para que llegue donde estoy. Creo que sin ellos no hubiera podido, porque me han aguantado en mis peores momentos. Me han sabido levantar y apoyar. También a mi familia gigante que tengo: mis primos, mis tíos, mis abuelos… siempre apoyándome, y felicitándome por cualquier logro que tenga, aunque sea el más mínimo. Haciéndome bienvenidas cuando volvía de viaje, despedidas antes de ir a un torneo… Un súper apoyo de mi familia en general. Después, todas mis entrenadoras. Desde la que tuve en escuelita hasta las que hoy tengo en selección (Mónica López y Karina Roscoe) Fueron súper importantes para mí, todas me enseñaron algo. Tuve muchas a lo largo de mi vida y todas dejaron algo adentro mío. Me apoyaron y me enseñaron lo que sé. Por último, pero no menos importante todas mis compañeras de equipo. Tuve muchas desde que arranqué hasta hoy en día, son casi 16 años de nado. Todas importantes, entre ellas las mellizas Sánchez (que llegaron a los juegos olímpicos) y son dos grosas. Hoy están retiradas, pero siguen estando alrededor del deporte ayudándonos, y siempre están atentas a lo que necesitamos. Sofía y Etel Sánchez fueron dos personas que me han apoyado mucho en mi carrera y en mi crecimiento. Primero como ejemplos a seguir, referentes. Y después siendo mis compañeras de equipo. Hoy en día son mis amigas y podemos charlar de nado o de cualquier cosa. No quiero dejar de nombrar a Trinidad López Brasesco, que hoy en día es mi compañera de dúo. Hace cuatro años que entrenamos juntas y también es un soporte bastante importante. Hoy en día, con todo esto de la incertidumbre de no saber qué va a pasar con la pandemia, es un sostén para mí. Tengo una compañera que está conmigo, estamos juntas en esto, con el mismo objetivo y a conciencia, entrenando para lograr lo que queremos.