Amílcar Corti

Gimnasia aeróbica

Deportista | Argentina

Empecé a entrenar gimnasia aeróbica en 1998, un entrenador nos juntó a 6 varones para armar un equipo. Veníamos de distintos deportes, por ejemplo, había unos que venían del fútbol, otros de las artes marciales, fitness, pero ninguno de la gimnasia... Fuimos a competir y nos caíamos de las elevaciones uno arriba del otro, fue terrible. Tiempo después, mientras trabajaba con nenas en un colegio de Villa Ballester y las llevábamos al CENARD, vi que ahí estaban entrenando Lorena y Jorge y me enganché con ellos durante mucho tiempo. Ingresé a elite, empecé a viajar para competir y veía los rituales de algunos entrenadores y gimnastas. En función de eso empecé a trabajar mi concentración, a focalizar, y a trabajar toda la parte previa de la entrada en calor. Ya en el 2001 competí para ingresar en mi primer mundial. Clasifiqué segundo pero no pudimos ir porque Argentina tuvo una fuerte crisis económica. Era en Lituania, no había plata, no viajé, y medio como que no me lo perdoné. Ya después, cada vez que clasificaba a un mundial había que ir como sea. Para hacer compatibles las 2 cosas (entrenador y gimnasta) encontré la franja horaria del medio-día. Entrenaba desde las 12-13 hasta las 16-17 hs. Daba personalizados a la mañana, entrenaba al medio día, y como lo del colegio era extra-programático, mis clases empezaban desde las 17 en adelante. Siempre corríamos con el tiempo, no tenía auto en ese entonces, ni apoyo de la secretaría de deportes. Había que arreglárselas con el transporte público y trabajar para solventar los gastos. Mi primer mundial, que se hizo en China, fue el torneo de mi vida. Éramos un equipo de seis. Quedamos a un pasito de la final igualando el puntaje con España con la diferencia que ellos tenían 0,10 puntos más de dificultad. Estábamos súper contentos, y quedamos ahí, en la reserva de la final por si a algún país le pasaba algo y entrábamos nosotros. ¿Qué pasaba cuando había diferencias en los equipos? Nos peleábamos, pasaba eso, pero nuestros entrenadores manejaban la situación. Y eso que hubo momentos que ellos eran integrantes del equipo, estaban metidos. Era difícil pero igual siempre ellos seguían manteniendo su rol y resolvían las situaciones. Igual que cuando después salieron del equipo y quedaron de entrenadores, se hacía lo que ellos decían y se acabó el asunto. Los demás masticaban la bronca, y listo. Con tu experiencia compitiendo con varones y entrenando también a mujeres, ¿percibís diferencia respecto a la presión que sienten unos y otros? Las mujeres suelen sentir más presión, en los varones al menos no se nota tanto. El varón va, compite, y chau. Quizás está nervioso en el momento, pero en las mujeres se percibe diferente. ¿Cómo es conformar un dueto? Pasa a ser como una relación de pareja, se pasa mucho tiempo entrenando juntos. Obviamente, hay diferencias y pasan diferencias. Cuando hacía dupla, me llegué a ir de vacaciones para que hagamos pre-temporada juntos. Entonces hay de todo un poco, pero cuando el objetivo está claro, está bien. Cuando yo dejé de hacer la dupla quedé amigo con la chica hasta el día de hoy, pero en su momento dijimos “basta con esto porque nos estamos matando”. Hacía dupla con una chica que teníamos muchas diferencias de nivel, ella tenía mucho más nivel que yo, era súper exigente y quería que yo la alcance a todo trapo. Y bueno, todo lleva su tiempo, entonces decidimos terminar con la dupla. Por otro lado, a mí me sirvió en ese momento hacer con ella porque me exigía. Avancé un montón, y nos complementábamos como una pareja para competir, viajar, prepararnos, arreglar una malla, ese tipo de cosas. Además, las categorías cuando estás con otro, son mucho más llevaderas. Cuando uno no tiene ganas viene el otro y te levanta, así que está bueno.