Anahí Saavedra

Patín artístico

Deportista | Bolivia

Tengo quince años y comencé a patinar a mis trece, mi mamá me había comprado unos patines por navidad. El comienzo fue muy duro ya que aquí en Bolivia no contamos con entrenadores. El patinaje artístico es muy básico por así decirlo, no tenemos mucha experiencia como en otros países. Cuando comencé tuve que crecer con pura curiosidad y pasión por el deporte. Buscaba en internet videos donde enseñen como patinar y así fue como aprendí la mayoría de las cosas. El primer club donde entré se llamaba “patín house” y ya no existe en la actualidad. Estuve entrenando dos meses para asistir a mi primera competencia que era a nivel nacional de categoría novatos. Era muy básica, no hacíamos ningún programa y solamente era un circuito de obstáculos. Obtuve el primer lugar y fui seleccionada para ir al primer torneo internacional, el sudamericano que se llevó a cabo en Bolivia (Juegos Odesur Cochabamba 2018). El presidente de la confederación sudamericana de patinaje me becó para ir a entrenarme a Brasil donde entrené durante dos meses. Luego tuve esta primera experiencia internacional. Voy a ser muy honesta: siempre tuve nervios para entrar a la pista, nunca pude controlarlos. Siempre tenía que estar concentrada con audífonos, con mi música, y que nadie me hable. Soy muy nerviosa, así que mi primera competencia internacional fue impactante para mí. Llevaba seis meses entrenando y me tuve que enfrentar con chicas que llevaban años patinando. No puedo decir que fue una mala experiencia porque en verdad fue muy linda, pero sí los nervios te consumen demasiado. Después del sudamericano comencé como entrenadora. Mi familia y yo pensábamos que íbamos a seguir entrenando para la siguiente competencia, pero una señora me habló, me dijo que estaba creando un nuevo club y quería que yo fuera a entrenar a sus niñas, acepté. Me agrada la idea de que este deporte crezca en Bolivia y que en un futuro nos volvamos una verdadera competencia para los otros países. Fui a entrenar a sus niñas durante toda una vacación de invierno y luego de eso con mi familia pensamos: “¿Por qué no creamos un club donde yo sea la entrenadora y construimos una nueva pista?” ya que aquí no tenemos pistas. La única pista que hicieron, la que se usó para el sudamericano, actualmente el gobierno la tiene como depósito, no nos dejan entrenar. Aún antes de la cuarentena pidiendo permiso y rogando mucho nos dejaron. La utilizamos para algunas competencias pero casi nadie entrena ahí, cada uno tiene que entrenar en una pista o bueno, otros clubes practican en canchitas de las calles. Mi padre construyó una nueva pista para que se iniciara el “club de patinaje artístico Anahí”. Hemos crecido mucho. Al principio tenía solo tres alumnas, pero viendo el potencial que teníamos como club empezaron a venir más y ahora somos uno de los clubes más fuertes de todo el país. Hoy se está formando un poco más el patín y cada año seguimos creciendo. Desde que empecé como entrenadora tuve mucho menos tiempo para dedicarme a mí como atleta. Era difícil entrenarlas y entrenarme ya que no contaba con más entrenadores. Hoy con esto de la cuarentena, las nenas están en la casa entrenando y yo como tengo la pista prácticamente en mi casa puedo ir tranquilamente, no se me hace muy riesgoso ni nada. Paso clases por zoom con uno de los entrenadores que conocí en el exterior que se llama Juan José Muñoz, fue el primer entrenador que tuve y hasta ahora sigo con él aunque vive en Colombia. Mis padres lo traen de vez en cuando y fue hasta ahora el que armó todas mis coreografías para todos los torneos internacionales y nacionales. SI bien es una situación triste y difícil para todos, tal vez esto de la cuarentena a mí como atleta me favoreció. Ahora tengo tiempo para mí y en este tiempo de cuarentena he logrado muchas cosas: Antes solo hacía saltos simples, ahora ya estoy haciendo los dobles y trompos complicados, trompos que hasta ahora no puedo creer que esté haciendo. El mayor objetivo, como toda deportista, sería algún día tener una medalla mundial. Este año tenía que ir a un mundial que se suspendió por la pandemia, iré el próximo año ya que es en Paraguay. Me estoy preparando para algún día tener una medalla de oro y agradecer a mis padres por todo el esfuerzo que hicieron por mí. El mayor regalo que les puedo dar es que me vean en el podio mundial. Después de mi carrera como atleta me encantaría ser jurada, las admiro mucho. Después de muchos años más, espero que dios lo quiera así, me vuelva una jurada internacional. Me gustaría también, cuando me retire del patinaje, ser reconocida como la mejor patinadora del país o como la primera patinadora. Sueño con eso todos los días. Nunca aún he estado con un psicólogo deportivo, me imagino que debe ser una experiencia interesante.